Voy a volver al hotel esta noche para hablar con el conserje. Lamentaremos el tiempo perdido, los objetos, el corazón y las dudas.
El tiempo es ahora que anochece tan denso que las bombillas no alcanzan a iluminar la recepción y su zócalo de sospechas, de certezas, de naipes.
Los objetos son las magdalenas del bufé libre mi alma mis ojos los dientes el desatascador del baño las cucarachas que anidan en la moqueta del corredor
el ambientador del lavabo de señoras
Las dudas son las esquinas dobladas de presuntos violadores son egagrópilas que florecen en la sombra de cada cuadro arrancado en el golpe del cabecero contra el tapizado de un muro son los cuartos traseros atestados de recuerdos y de amantes siniestros como clientas habituales
Mi amante. Mi amante será aquella que ahora se encuentra sobre el lecho de su marido en los brazos de su esposo en el regazo de su padre la que besa a otros hombres
Voy a volver al hotel esta noche y hablaré con el conserje tras las anclas los pecios los ahogados recitaremos en voz viva los nombres de mujer que figuren en el registro
en sus hojas macilentas
Ella será mi esposa la del abdomen de poema la del susurro herido de ratas
Volveré esta noche. Vaciaré el platillo de las promesas que cabalgan a la grupa de una duda apuraré el último cigarro y con los ojos vendados las manos a la espalda formularé algún deseo mientras se incendian las velas y brotan nuevos ojales en mi americana
Voy a volver al hotel esta noche y declararé mi cuerpo tendido en la bañera de mármol de la 1814
Voy a volver y hablaré con el conserje escucharé el relato del último aliento transformado en humo de cigarro desde el sillón de la suite contra la cortina del baño
seré vector de una pandemia de vencejos
Entonces, volveré al hotel esta noche. Dejaré rodar esquinas arriba postes telegráficos, los que suturan el camino hacia su casa solo los perros perdidos aullarán ante mí
sombra hinchada y tumefacta
Voy a volver al hotel esta noche y hablaré con el conserje y fumaré el último portugués y declararé mi corazón hendido de ruina de certezas de hienas
Y me dejaré marchar