junio 14, 2011

exploración externa
varón, mediana edad, uno setenta, ochenta kilos
refrigerado
nada reseñable
herida de bala, entrada, región lumbar
anillo de escoriación, tatuaje de pólvora
orificio de salida, dos centímetros a la izquierda
nada reseñable

lividez, rigor mortis, exudación
edema, mediastino, marcas de contención
corazón 315 gramos
nada reseñable

exploración craneal, herida inciso contusa
pérdida de masa, exorbitación, laceraciones múltiples
un kilo 620 gramos recuperado, diversos fragmentos
nada reseñable

análisis de tóxicos, ficha dental, humor vítreo
envío a patología frascos uno, dos y tres
región pelviana, normal
nada reseñable

perdida de las extremidades
fractura abierta
fin del análisis


causa probable de la muerte:
la vida misma



junio 07, 2011

Eres algo de celuloide




Había olvidado que el flequillo que te cae sobre las cejas
es un revolver cargado con munición del 38
que los ojos se te han vuelto los de cualquier desconocida
que tienes la mirada en blanco y negro, en versión original y sin subtítulos

Había olvidado que tus indicios conducen siempre a una estación de tren abandonada
a la habitación de motel de una triste bailarina
Había olvidado que tienes la piel suave como un libro de Raymond Chandler
que apareces en mi casa en las noche de tormenta, envuelta en una gabardina y con voz de Lauren Bacall

Todavía creía que eras solo para mi en sesión continua
que los censores no te habían metido la tijera
que seguías teniendo dos rombos
y que bajo la gabardina no llevabas nada
o en todo caso, aquel vestido de Verónica Lake cuando era bruja
o el motor de un Ford V8 en el que huir por una carretera solitaria
junto a los títulos de crédito

Al menos no eres en technicolor, al menos
Pero había olvidado también que te deshaces en 120 minutos
que pones el titulo de “the end”, enciendes las luces
y tras las luces no hay nada




mayo 31, 2011

Hoy que es martes de marzo
todo el día: lunes
de arriba abajo el último de la semana

Hoy, toxoplasmosis, menta, día de paga, de asueto
solo quiero visitar las calles en donde habita la nada
Quiero volver a mi casa
echar el pestillo y cerrar las persianas
que no entren mas los ruidos de la plaza
la plaza, las risas, los llantos, los coches, los pájaros
Quiero estar solo
tener el color de un viernes
el interior de los grillos
lo que se esconde tras los abdómenes de las arañas

Hoy: martes
último de la semana
quiero escuchar el viento
un perro tendido al sol, un jueves
el musgo al amanecer
de hoy, que es la hora
donde mueren las olas rendidas sobre la playa

Hoy, que es martes
de cunetas sin dientes
hoy es el lugar y la hora:
-me debo más de diez años de ausencia-

mayo 30, 2011

Último sueño




Puede que prefiera entonces

echar el cierre, cortar la lluvia
y terminar para siempre con las aves moribundas
tendidas en las aceras

Puede que sea mejor
no volver a despertar
no tener ni ahora ni nunca
un minuto pendiente en la solapa
otra tarde de octubre en el bajo del abrigo

Solo las hojas, quizá el otoño
o las huellas de un perro vagabundo en el asfalto
detengan la huida, el viento

Puede que no vuelva a abrir los ojos
y sean los pasos de los perros
los que se inunden de nuevo
como plumas de ave diseminadas sobre la acera

Puede que deba descansar un minuto en el recuerdo
o para siempre en la caducidad de las hojas
barrido por el viento, borrado por la lluvia

Puede que la solución sea dormir para siempre
despertar otro día y abrazar entonces
otro marzo mas lluvioso

mayo 28, 2011

Un deseo



Para el próximo futuro deseo
si es posible
ser mejor poeta
y desde luego
peor persona

mayo 19, 2011

Los ojos de los sapos





Recuerdo cuanto disfrutabas saltándoles los ojos a los sapos

y aquellos insectos en una lata vacía
para sacarles las tripas
o ponerlos bajo la lupa
ellos se retorcían, crepitaban
querían escapar
y no podían y tu
tu, querías saciar esa curiosidad infantil y científica


Ahora que has crecido
yo no quiero escapar
solo puedo dejar que te diviertas
tiernamente conmigo

mayo 16, 2011



A través de la juventud se corre a prisa

no sin caer, no sin herirse las rodillas, las palmas de las manos
o alguna otra víscera en desgarros de relojería.

Pero la infancia –por tardía que esta sea- es más lenta
no acaba nunca
como unas vacaciones que duran siempre
o una tarde de verano que permanece toda la vida.

Es ahí, en ese lugar entre la niñez y la memoria
donde está quebrado el cuarto mandamiento sobre la mesilla de noche.
Junto a su cadáver, plegada,
la hoja del cuchillo que empuñé contra mi padre

durante un segundo toda aquella tarde de verano.

También, las palabras terribles que ahora no repetiré.

Y al lado, en un vaso, basten las lágrimas que vertió para que le perdonase.




No lo hice.



Sé que jamás se lo diré y que cada minuto que pasa
estoy más cerca del día en que no podamos olvidarlo.




Pero no me importa.

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