octubre 24, 2010

Copenhague




Tras mucho tiempo
de quererse y de dañarse
reconocieron que
les pesaban demasiado
los golpes, las caricias, los besos recibidos.

Decidieron darse alas
y a falta de algo mejor
las buscaron en los aeropuertos
o en los quicios de las ventanas abiertas

Aquellos no les sirvieron
quizá por frías o por demasiado claras

Copenhague sería el lugar
perfecto y lejano
donde ocultar sus sueños

Entretanto, podrían seguir engañándose

Quieres verme amanecer

Amaneceremos
cualquier mañana de estas
Quizá más pronto que tarde
seguro más tarde que temprano

Amaneceremos

Lo sé o eso quiero

Piensa que amanecer es tan fácil
que lo puede conseguir cualquiera

Amaneceremos, juntos, espero
y puede que ya entonces
nos hayan pasado cien mil años
por las manos
o
diez mil horas
por las venas y
despertemos con los ojos cansados
con arena en las pestañas.

No me hagas caso...

Amaneceremos. Confía.

Lo importante es que si lo hacemos
el atardecer, esta vez,
nos pille por sorpresa




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